CDMX, - “El narcotráfico ya forma parte de una cultura que se originó a partir de los antepasados. Y no sólo en México, sino en todo el mundo”, le dijo Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del cartel de Sinaloa, al actor Sean Penn en una entrevista en 2016. “El negocio del tráfico de drogas no va a terminar porque con el paso del tiempo somos más personas y esto nunca va a terminar”, advirtió también El Chapo, preso en Nueva York desde 2017 y que enfrentará un juicio el 5 de septiembre.

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Hasta ahora, las “profecías” del famoso narcotraficante se han cumplido. Porque pese a “la guerra contra el narcotráfico” que comenzó en el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) y que heredó Enrique Peña Nieto, la captura de algunos líderes de los carteles y su posterior desintegración, la violencia que recibirá quien gane en las elecciones del domingo se encuentra en niveles récord.

Así, sólo en mayo, en pleno período electoral, se registraron 2.890 asesinatos en el país, es decir, 93 homicidios por día y cuatro muertes por hora. De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública, mayo fue el mes con más asesinatos desde marzo de 1997 -año en que la autoridad federal comenzó a recopilar la información- cuando se registraron 2.746 asesinatos. Desde enero a mayo de 2018 se contabilizan 13.298 víctimas de homicidio doloso, lo que supone un incremento de un 21% respecto a los asesinatos registrados en el mismo período del año anterior. Las armas de fuego figuran como el principal instrumento homicida.

México cerró 2017 como el año más violento de su historia reciente, con un tasa de más de 20 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Cuando faltan tres días para las elecciones presidenciales, este tema no ha estado ajeno al debate electoral. En este sentido, el candidato Andrés Manuel López Obrador -que lidera las intenciones de voto- se ha mostrado abierto al diálogo como una medida para hacer frente a la violencia.

En una entrevista con la agencia France Presse, Mike Vigil, exagente de la agencia antidrogas estadounidense (DEA), señaló que existen varias razones detrás del aumento en el número de homicidios. Una de ellas es la fragmentación de los grandes cárteles en células más pequeñas y más violentas, las que comenzaron a pelear por territorio y por el control de las zonas de cultivos ilícitos. “Hay muchos grupos que están dominando varias zonas de México. Estos grupitos que vienen del Cártel del Golfo, de los Zetas, de los Templarios, de los Beltrán Leyva, de los Arellano Félix, del Cártel de Juárez y entonces hay muchos conflictos”, añadió.

En este sentido, luego de la extradición de El Chapo, en enero de 2017, varios capos comenzaron a disputar el liderazgo del narcotráfico. Según el diario El País, uno de ellos es Rafael Caro Quintero, incluido por Estados Unidos como uno de los 10 hombres más buscados del FBI por el que ofrece US$ 20 millones. Este narco fue liberado por un juez mexicano en 2013 y desde la clandestinidad ha negado dirigir el cartel de Sinaloa, como se le atribuye. Pero el hombre emergente que más se equipara a El Chapo es Nemesio Oseguera, alias El Mencho, jefe del cartel Jalisco Nueva Generación.

“Para mí, el cártel de Sinaloa todavía es muy potente, aunque fue extraditado Joaquín Guzmán. Y es que (su socio) Ismael “Mayo” Zambada tiene control del cártel y tiene la salud para poder hacer eso. Yo creo que va a seguir siendo muy potente”, indicó Vigil.

Otra de las explicaciones de este incremento se debe a “la corrupción en entidades estatales y municipales que ha sido endémica”.

“Ni la policía federal ni los militares quieren trabajar con la policía estatal y municipal. Se necesita bastante reforma en esas agencias policíacas”
, explicó este experto, quien advirtió: “También se trata del movimiento de dinero, de las drogas en EE.UU. regresando a México. Aparte de eso, armas. Eso también ha causado mucha de la violencia en México”.

Así, según la Oficina estadounidense de Rendición de Cuentas del Gobierno, citada por el diario El País, cada año más de 253.000 armas de fuego pasan de Estados Unidos a México y el 56% de éstas habrían sido utilizadas en alguno de los 57.000 homicidios cometidos en México, entre 2013 y 2016.

Con información de EFE y AP



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