CDMX, - Ciudad de México, 7 de agosto de 2018. El narcotráfico nutre muchas series de televisión con sus tramas de poder, riqueza y mujeres, aunque en la vida real significa sobre todo violencia, corrupción y cientos de miles de asesinatos.

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Aquí algunos pasajes que parecen de ficción, pero son reales, en la historia de cinco capos mexicanos:

Joaquín El Chapo Guzmán Loera

El ex líder del Cártel de Sinaloa, de 60 años de edad, escribió su propio guion de fugas y recapturas hasta el 19 de enero de 2017, cuando fue extraditado a Estados Unidos.

Se fugó por primera vez de una cárcel de máxima seguridad en 2001 en un carrito de lavandería.

Estuvo 13 años prófugo hasta que lo recapturaron. No tardó mucho en volver a escaparse.

A los 17 meses se esfumó por un túnel construido ex profeso hasta el baño de su celda.

Medio año después lo recapturaron y México decidió extraditarlo.

En noviembre comenzará su juicio en Nueva York, donde puede ser condenado a cadena perpetua.

Juan José Esparragoza El Azul

Se dice que en 2014 Esparragoza murió de un paro cardiaco a los 65 años de edad, pero no se sabe a ciencia cierta si está vivo o muerto.

Fue uno de los líderes del Cártel de Guadalajara, el primer gran cártel mexicano, en la década de 1980.

A diferencia de otros “jefes de jefes” a quienes les gustaban los excesos y las venganzas, El Azul prefería el perfil bajo y pactar con grupos rivales.

Si realmente murió, se fue a la tumba habiendo logrado evadir a la justicia durante más de tres décadas. Estados Unidos lo mantiene, sin embargo, en su lista de recompensas.

Amado Carrillo Fuentes El Señor de los Cielos

Tenía su propia flota de aviones para transportar droga. De ahí su apodo.

Era el cabecilla del Cártel de Juárez, al que dio un toque propio desde la fronteriza ciudad de Ojinaga, Chihuahua, donde, con la complicidad del comandante federal Guillermo González Calderoni, se deshizo —a través del asesinato— de su guía y maestro Pablo Acosta Villarreal, un capo sanguinario conocido como El Zorro del Desierto de Ojinaga.

Dueño de una cuantiosa fortuna calculada en su momento en 25 mil millones de dólares, Carrillo Fuentes –sobrino del legendario capo Ernesto Fonseca Carrillo Don Neto– tuvo el poder para comprar conciencias.

Tenía en su nómina de informantes a efectivos y oficiales del Ejército mexicano, como de la Policía Federal y de la Procuraduría General de la República.

Así, comprada la lealtad policiaco-militar, se movió por todo el país. Luego, saldría de él. Su primer destino fue Sudamérica. Le tuvo aprecio especial a Chile.

Producto de la estela de traiciones y asesinatos que ordenó, su temor no era caer en manos de la justicia, sino de sus enemigos, como los hermanos Arellano Félix, cabecillas del Cártel de Tijuana.

Murió a los 41 años de edad, en 1997, después de una cirugía plástica reconstructiva estética para cambiar de imagen en un hospital privado de Ciudad de México.

Lo operaron tres cirujanos de su confianza, pero en el postoperatorio tuvo supuestamente una reacción a un sedante y murió de un infarto.

Cuatro meses después los médicos que lo intervinieron aparecieron muertos, con huellas de tortura, en barriles metálicos llenos de cemento.

Heriberto Lazcano Lazcano El Lazca

Las autoridades mexicanas se enteraron de que habían matado horas antes al peligroso líder del Cártel de Los Zetas cuando el cadáver de este ex cabo del Ejército mexicano fue robado de una funeraria habilitada como morgue. Fue en 2012.

Después en un enfrentamiento con la Marina, el cadáver de El Lazca —un criminal nacido en el estado de Hidalgo, también conocido como el Z 3— yacía todavía sin identificar en la morgue cuando llegó un grupo armado y se lo llevó de madrugada en una carroza fúnebre.

Nunca más apareció. Conocido también como El Verdugo, escribió uno de los capítulos más sangrientos del narcotráfico mexicano.

De él, la revista Proceso ha señalado: “El gobierno federal no necesita de la DEA para ofrecer datos contradictorios sobre Heriberto Lazcano, el ultimado líder de Los Zetas, ya que los propios archivos militares, policiales y del Cisen —Centro de Investigación y Seguridad Nacional, la agencia de inteligencia y espionaje político del gobierno mexicano— ofrecen versiones distintas.

”Sin embargo una ficha realizada por este centro de espionaje controlado por Gobernación, que abarca hasta 2007, contiene datos inéditos sobre la trayectoria del capo, historia que hasta ahora se mantenía en secreto”, y que dejó una estela de muerte, violencia e impunidad.

Y esa ficha establece que “[…] se dio de alta en el Ejército el 5 de junio de 1991, a los 17 años. Ingresó como uno más de la tropa, con la matrícula B-9223601, y en 1993 ascendió a cabo de infantería, el primer escalón de la jerarquía militar. En ese puesto, reconoce la Sedena, aprendió el manejo de ‘armamento especial’ y a ‘comandar escuadras’”.

En el Ejército formaría parte del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), cuerpo de élite creado, irónicamente, para combatir al narcotráfico, de donde pasó a la Procuraduría General de la República (PGR) como agente activo y, comisionado o asignado a la delegación en Tamaulipas fue reclutado por el Cártel del Golfo.

Allí le daría forma a Los Zetas, el brazo armado del cártel en el que adoptaría tácticas, disciplina y usos y costumbres del Ejército para ponerlos al servicio del crimen organizado.

Nemesio Oseguera Cervantes El Mencho

A diferencia de los anteriores cuatro capos, Oseguera Cervantes, de 52 años de edad originario del estado de Michoacán, está en plena actividad.

A El Mencho, su alias por el que es más conocido, las autoridades estadunidenses lo buscan porque es uno de los principales distribuidores de drogas sintéticas.

Es el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que surgió alrededor de 2010 como un desprendimiento del Cártel de Sinaloa.

A este grupo —el CJNG, que el mismo Mencho ayudó a darle forma en 2010 desde el Cártel del Milenio y a convertirlo en una organización bien armada y sanguinaria y encabeza desde 2012— se le responsabiliza de ataques de alto impacto contra las fuerzas de seguridad mexicanas y de bloquear rutas con autobuses y autos en llamas.

A este ex cuidador de campos de aguacate, propiedad de los hermanos (Nava) Valencia, también le atribuyen la desaparición de tres italianos y el asesinato de tres estudiantes de cine que después fueron disueltos en ácido, según las autoridades.

El cártel tuvo una expansión muy rápida, explosiva —y que también cobró relevancia como los “matazetas”— y ya es considerado uno de los más poderosos y peligrosos de México, mientras El Mencho se incrustó en la selecta lista de los capos mexicanos a los que reclama la justicia de Estados Unidos.

Con información de EFE y AP



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