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Para mediados de 1972 se impresionó por el estilo de la película El Padrino, tanto que llamó a su hijo Michael Corleone como el hijo de Vito en la película, también bautizó a su perro ‘Hitler’. Después de eso y ya con la fama de ser una de las mayores narcotraficantes colombianas, Griselda Blanco se hacía llamar ‘La Madrina’.
Levantó un imperio criminal que según las autoridades americanas, llegó a transportar 3.400 libras de coca mensuales a Estados Unidos y empleaba a más de 1.500 delincuentes en el país. Griselda llamó la atención de las autoridades después de regresar a Colombia desde Miami, cuando aterrizó su avioneta, y, como si fuera la caravana presidencial, la recogieron limusinas y camionetas escoltas.
Según se cuenta, cuando Griselda Blanco y su esposo llegaron a la casa, la mujer de 80 kilos, cabello rizado y baja estatura, empuñó un revolver y le descargó el tambor en la cara al que era su esposo Alberto Bravo. Por ese hecho se le empezó a llamar la ‘viuda negra’ y para hacerle honor a su alias, asesinó a otros dos de sus amantes.
De sangre fría y conciencia indeleble era Griselda Blanco. Jesús ‘Chucho’ Castro se ganó el odio de la viuda negra por, supuestamente, patear a Michael. Blanco no soportó el oprobio y ordenó que asesinaran a ‘Chucho’. Cuando los sicarios lo encontraron, el hombre se encontraba conduciendo y su hijo Jhonny, de dos años de edad se encontraba dentro del carro. La mala puntería de los asesinos resultó en un disparo al bebé y el escape de ‘Chucho’.
Según contó a las autoridades uno de los matones de Blanco, cuando le contaron el resultado de la operación a la Madrina, ella sentenció, “estoy contenta, ya estamos a mano”.
Las autoridades americanas encontraron la vinculación de Griselda con 250 asesinatos. Pero un escándalo sexual en la corte estadounidense, entre los asesoras del fiscal y el principal testigo de la investigación, desestimó las pruebas. Solo pudo ser condenada después por 4 asesinatos, entre ellos el del menor.
Después de 20 años en las cárceles que Pablo Escobar se negó a habitar, Griselda Blanco regresó al país a mediados de 2004, tan pronto como pisó tierra colombiana desapareció. Tenía tantos enemigos que una sola salida pública podría condenarla a la pena que la Corte de Florida le excusó y que la vida se negaba a cobrarle a sus ya 69 años. Eso fue lo que pasó el 3 de septiembre de 2012, cuando dos sicarios en moto le descargaron un arma a la salida de un carnicería en Medellín.
Con información de EFE y AP
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