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La capilla fue construida en 1979 y desde los años 80 a la fecha se ha convertido en blanco de reportajes, fotos y documentales. Es el glamour de la vida del narco. Van y piden el favor al Santo Malverde.
La religiosidad en el mundo del narco y el misticismo es grande. Una veladora, muchos buenos deseos y luego a la buena de Dios y si todo sale bien, a pagar el favor. Banda, licor, dinero.
Otros menos ostentosos piden por familiares encarcelados o enfermos. Esos se limitan a mandas menos grandes. Nada más una veladora o ir de cuando en cuando a poner un ramo de flores.
Y en una ciudad tan compleja como Culiacán, quedan desplazados otros festejos. La Santa Cruz y el día de la Libertad de Prensa no pegan, no hay glamour. No así sobre la avenida de los Insurgentes, a unos metros del Palacio de Gobierno en el Centro Sinaloa.
Y suena la música otra vez. Ahí en la capilla Malverde es todo festejo. “Yo soy el muchacho alegre que se la vive en la sierra”.
Con información de EFE y AP
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