CDMX, - Esta es la historia de un soldado al que la Secretaría de la Defensa Nacional le negó su derecho a recibir seguridad social y pensión. Sucedió después de que la dependencia permitiera que pasara más de un mes en operaciones continuas contra el narco en la sierra norte de Sinaloa, lo cual es contrario al reglamento. El caso de Luis Alberto Hernández ha causado indignación en redes sociales, despertado la solidaridad de sus paisanos en Hidalgo y apoyo de sus compañeros en la milicia, ya que retrata el abuso de autoridad de los altos mandos que violan leyes y disposiciones para impedir que los elementos del escalafón más bajo, reciban los beneficios que la ley les otorga al quedar imposibilitados de por vida para actos de servicio.

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Cuando el soldado Luis Alberto Hernández Hernández llegó a las instalaciones del 89 batallón de infantería en Los Mochis, sus compañeros no lo reconocieron. Habían pasado ocho días que no sabían nada de él. Su apariencia era otra. Lucía todo desaliñado, el pantalón roto, la playera mugrosa, flaco, barba de días con el rostro quemado por el sol, traía ámpulas en la espalda y llevaba tiempo sin comer.

Era el domingo 15 de julio del 2018, y desde el día 8 que salió de las instalaciones castrenses se le perdió la pista. Sus compañeros en el batallón contaron que abandonó el cuartel y se puso a caminar por todo el municipio sin rumbo fijo.

En su base faltó al pase de lista al primer día, después no se apareció al segundo y al tercero cuando nadie sabía de él, lo dieron como desertor pues es el tiempo límite que marca el reglamento para que un militar se reporte.

Lo que nadie se imaginó en el cuartel fue que el soldado Luis Alberto había tenido un severo problema de salud mental. El origen se remontaba al mes de marzo y abril del 2017, cuando estuvo más de un mes en labores operativas en el destacamento militar llamado “Huites”, en la comunidad del mismo nombre en la sierra norte de Sinaloa.

De acuerdo a testimonios de sus compañeros en la unidad, y de evidencias recopiladas por sus abogados, el soldado Luis Alberto estuvo en dos enfrentamientos que impactaron en su estado de ánimo. Muy al principio a los pocos meses de que se incorporó al batallón, en enero del 2016, cinco de sus compañeros murieron en una emboscada en la comunidad de La Huerta en Mocorito, en un ataque mortal de un grupo armado del narco que provocó una purga de mandos en el 89 de infantería (Sacudida en el 89 de infantería de Los Mochis

Luis Alberto Hernández Hernández, nació hace 28 años en Huejutla, Hidalgo e ingresó al ejército en el año 2015. Al año siguiente ya estaba de servicio en Los Mochis enfocado a labores operativas en la zona serrana.

Esa zona donde estaba desplegado con su unidad, es un área de ataques frecuentes, de tensión permanente y de riesgos abiertos ante la beligerancia de los grupos armados que operan en esa parte del estado.

“La cosa está cabrona allá arriba. Supo que algunos de sus compañeros de otros puestos de control similar a donde él estaba les llevaban pertrechos cuando la patrulla la emboscaron. Eso afectó su estado de ánimo”, dijo el teniente coronel Eduardo Navarrete Montes, oficial retirado del ejército y abogado de profesión encargado del caso.

Luis Alberto estuvo de servicio hasta mayo del 2017 cuando tuvo su primer ataque sicótico. En abril del año pasado, según un parte informativo de la secretaría de la Defensa Nacional, el soldado estaba en su base en la sierra, llevaba más del mes en tensión permanente, cuando “presentó conducta extraña, según datos de sus compañeros desplegados en el mismo servicio, no dormía, no comía, golpeaba y volteaba las camas, tomaba armas (cuchillos), por lo que fue trasladado al pelotón de sanidad del 89 batallón de infantería, mostrando euforia, no permitió realizarle examen toxicológico, conducta obsesiva con delirio de persecución, verborrea para mencionar que debe existir seguridad, al encontrarse en dicho consultorio médico tomaba objetos con el fin de limpiarlos pero los tiraba al piso”, por lo cual fue enviado al hospital regional de especialidades en Mazatlán.

Sedena abandona al soldado

La situación del soldado Luis Alberto se comenzó a complicar. De acuerdo a testimonios recopilados en la demanda de amparo presentada para que se le reconocieran sus derechos y poder pensionarse, las autoridades militares para evitar darle su retiro y negarle su derecho a la seguridad social, lo empezaron a presionar para que desertara.

Esto sucedió previo a aquel domingo en que el soldado se salió de las instalaciones militares de Los Mochis. El día que se fue a caminar tomó por la carretera federal que va al norte del país rumbo a Sonora, caminó sin sentido varios días, sin comer ni beber, la piel se le quemó por el sol abrazador y varios de sus compañeros a la fecha no saben cómo le hizo para regresar.

El día que reapareció dijo que había ido a una misión y que lo andaba persiguiendo “el enemigo”, pero en la puerta del cuartel nadie lo quiso recibir ni atenderlo. Un compañero lo ayudó, se lo llevó a su casa y avisó a sus familiares.

El diagnóstico que tuvo desde que fue revisado por el equipo médico militar, fue que padecía “trastorno psíquico agudo con predominio de ideas delirantes”. A pesar de ello, la Sedena a través del general Gonzalo Corona González, director de justicia militar, buscó darlo de baja “simulando un procedimiento de retiro, sin derecho a la seguridad social militar”.

El funcionario dijo en un escrito enviado al juez de distrito donde se ventiló el amparo, que “dicho trastorno psicológico fue contraído en actos fuera de servicio”. No obstante que sus abogados comprobaron con documentos públicos de valor pleno que “el padecimiento inicial se presentó cuando el soldado se encontraba en el puesto de vigilancia militar “Huites”, Sinaloa. Como consecuencia del cansancio y estrés emocional ocasionado por los constantes ataques del crimen organizado a militares, en esta entidad federativa”.

A raíz de la demanda de amparo, el juez sexto de distrito falló a su favor en el expediente 747/2017, por lo cual rechazó que lo dieran de baja y ordenó que no se le suspendiera la atención médica.

Una de las irregularidades mejor documentadas es que existen pruebas de que los soldados destacado en la base de Huites en la primavera del 2017, pasaron mas de un mes en servicio cuando un destacamento solo puede estar una semana tal y como indica el reglamento.

Hasta antes de esa misión se pudo demostrar con evidencias firmes que el soldado Luis Alberto estaba bien tanto física como emocionalmente. Nada de los argumentos que esgrimió la Sedena y de los partes firmados por el coronel Rubén Torres Martínez, comandante del 89 de infantería, fueron avalados por el juez.

Uno de estos informes decía que el soldado Luis Alberto tenía una relación de concubinato, un par de meses antes de su primer ataque sicótico, “aparentemente tuvo una discusión con ella misma que tomó la decisión de regresar a casa de sus padres y abandonarlo, describiendo en los reportes de su cabo de escuadra y sargento de pelotón, haberlo observado marcas en el cuello mencionándoles que había intentado suicidarse pero se arrepintió”.

Una vez que se desecharon estos argumentos, el juez ordenó a la Sedena restituir los derechos del soldado Luis Alberto. Pero el caso no termina.

Al ser de origen humilde, en su tierra natal en la huasteca hidalguense se organizó en días pasados una fiesta en el pueblo para recaudar fondos y enviárselos a Los Mochis. Hace un par de semanas, cuando el teniente coronel y abogado Navarrete Montes dio a conocer el caso con un fragmento del fallo en la red social de Facebook, las muestras de solidaridad e indignación se desbordaron.

El soldado Luis Alberto había ganado su primer batalla.

Con información de EFE y AP



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