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La violencia en México crece de manera alarmante, pero el prestigio y respeto de los elementos de la Guardia Nacional y del Ejército mexicano están en ruinas. Cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) revelan que hasta finales de agosto de 2019 se han un acumulado 14.133 homicidios dolosos, más de 40.000 desaparecidos, 67 linchamientos y 338.405 desplazados por la violencia.
Hay más de 70,000 elementos de la Guardia Nacional y de la Defensa Nacional desplegados en todo el territorio nacional, con la consigna de pacificar a México, terminar con la violencia y el terror. Sin embargo, no cuentan con un respaldo social total. Los delincuentes están envalentonados y hay gente del pueblo que los apoya incondicionalmente.
Los policías, militares y guardias nacionales son los garantes de la seguridad, pero han sido agredidos, asesinados y humillados.
El 7 de julio en la población El Infiernillo, ubicada en Pénjamo, Guanajuato, un grupo de hombres armados dispararon contra elementos de la Guardia Nacional. Uno de ellos resultó herido y sólo tres personas fueron detenidas.
El 10 de agosto, elementos de la GN se enfrentaron a algunos criminales del municipio de Yuriria, también en Guanajuato. Durante el tiroteo, Carlos Anastasio (quien era teniente de infantería) intentó proteger a un mujer y a un niño que habían quedado atrapados en el fuego cruzado. Aunque el teniente recibió atención médica, no logró sobrevivir. En esa ocasión fueron vinculados a proceso siete hombres y una mujer.
El 11 de agosto, elementos castrenses acudieron a la comunidad de San Juan Bautista, en Tlaxcala, para atender un reporte de robo de tren. Fueron recibidos por una turba de pobladores, quienes defendían a los delincuentes. Los elementos de la Guardia Nacional fueron golpeados y despojados de cuatro fusiles, conocidos como serpiente de fuego. Días después, las armas fueron recuperadas, pero las agresiones contra los policías se viralizaron en redes sociales.
El 26 de julio, personal de la GN atendió el reporte de una toma clandestina de gas LP, en Tepeaca, estado de Puebla. Los pobladores intentaron liberar al grupo criminal, la Guardia Nacional debió enviar refuerzos a la zona para impedirlo. Sólo así lograron detener al presunto líder huachicolero, Genaro "N", conocido como El General.
El 9 de septiembre, un video que circuló profusamente en redes sociales mostraba otro enfrentamiento entre civiles y militares, quienes intercambian insultos y palazos, en el municipio de Acajete, Puebla. La agresión subió de tono cuando los civiles arrojaron piedras a los uniformados y ellos respondieron con balazos al aire. Debieron intervenir 300 elementos del Ejército mexicano, elementos de la policía estatal y de la federal. Al final de la noche, la Fiscalía General de la República (FGR) aseguró combustible, vehículos y artículos robados que estaban en poder de presuntos huachicoleros.
Este episodio fue el punto de partida para una cambio en la posición de las fuerzas armadas, respecto a los ataques de civiles. La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) advirtió que sus elementos usarán la fuerza ante cualquier delito o cuando su integridad física esté en riesgo. “La Secretaría de la Defensa Nacional hace del conocimiento de la sociedad, que ante la ocurrencia de un delito y en los casos en los que el personal militar o de la Guardia Nacional acudan con el objeto de garantizar la seguridad y paz en el país, y sean objeto de una agresión se actuará en su defensa legitima conforme a los principios del uso de la fuerza y su gradualidad, para proteger la vida e integridad física de los miembros de las Fuerzas Armadas, con estricto apego al orden jurídico vigente y a los derechos humanos”, se pronunció la dependencia en comunicado.
Pero las agresiones contra elementos de las fuerzas armadas no han cesado. El 26 de septiembre, se enfrentaron civiles y militares en el municipio de Leonardo Bravo, en Guerrero. Los integrantes de las fuerzas armadas realizaban un operativo para la destrucción de plantíos de enervantes, en un camino de terracería fueron emboscados por civiles armados y comenzó el enfrentamiento. Resultaron tres militares y dos civiles muertos; otros dos uniformados fueron lesionados por arma de fuego. Sólo algunos agresores fueron detenidos.
Video Infobae
El 28 de agosto, tuvo lugar la Masacre de Coatzacoalcos. 30 personas murieron quemadas, la mayoría, mujeres bailarinas del bar El Caballo Blanco. Hombres con armas largas llegaron al lugar a bordo de varios vehículos con armas cortas y largas, después de amagar a los vigilantes tomaron el control del acceso principal, incendiaron el local y huyeron. El ataque fue producto de la disputa entre los Cárteles Jalisco Nueva Generación y Los Zetas, por el control de esa zona. Sistemáticamente, el presidente, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado que para los delincuentes, “abrazos no balazos”. Ha defendido con determinación los derechos de los criminales y les ha garantizado que no habrá ejecuciones judiciales, afirmaciones que le han provocado críticas y severos cuestionamientos ante el aumento de la criminalidad, la violencia y la muerte. También “son seres humanos”. "Se tiene que respetar la vida de las personas. Y nada de que son delincuentes, no. Son seres humanos todos. Nadie está autorizado para ajusticiar, para rematar heridos, para masacrar” dijo el 11 de septiembre.
Luego consideró suficiente conminar a los delincuentes a “que se porten bien”. Una estrategia de dejar hacer y dejar pasar que -aseguran sus opositores- sólo provocará el crecimiento de asesinatos, de robos, de secuestros, de extorsiones
“Tenemos un desafío de este grupo de delincuentes que amenazaron a los distribuidores de gasolina para que no vendan gasolina al Ejercito. Están mal, así no es la cosa, les llamo a que recapaciten, que piensen en ellos y en sus familias, en sus madres, en sus mamacitas. Saben cuánto sufren las mamás por el amor sublime a los hijos y ellos tienen que pensar en eso”, sostuvo el 7 de septiembre.
En esa gira por el estado norteño de Tamaulipas, el primer mandatario se refirió de esta manera a los criminales: “Que se vaya al carajo la delincuencia. ¡Fuchi!, ¡guácala! Es como la corrupción: ¡fuchi! ¡guácala!”.
Con información de EFE y AP
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